viernes, 22 de junio de 2012

Se vende casa

casaSe vende casa amueblada, excelente situación, soleada.

Tantas habitaciones como sueños, paredes con gotelé de ternura, dos cuartos de baño alicatados de besos hasta el techo, cocina para corazones hambrientos a punto de desfallecer, despensa ya vacía y con puerta.

Todo en perfecto estado de conservación, suelos de voluntad de roble acuchillada, ventanas con doble puente para que no escape el calor, Chimenea a la que contar penas al fuego y para los inviernos despiadados, calefacción central.

Solo a cinco minutos del centro del alma, terreno ajardinado y porche con columpio, vistas a la puesta de sol de la eternidad.

Precio a convenir, valor innegociable.

La vendo  porque ella ya no está. 

miércoles, 13 de junio de 2012

Diosa

diosaA veces parecía una diosa en la tierra. La cara preciosa, un cuerpo bien moldeado, una suave levedad de sus pasos al caminar.

La sonrisa le ocupaba y le iluminaba toda la cara, mostrando unos dientes como perlas, los ojos transparentaban inteligencia y su voz era dulce y melodiosa.

Nadie pudo decir nunca, que saliera por su boca ninguna palabra inconveniente, que desentonara en sus relaciones sociales, que su vestir no fuera el adecuado a cada momento.

Pero nunca pensé que mi mirada naufragase en sus ojos, que mi boca quisiera ahogarse en el lago de su boca, que mi voluntad sólo sirviera para arder en su fuego, que deseara sus caricias dolorosas en mi piel, hasta que una de sus uñas, por accidente sucia, la convirtió en mortal.

miércoles, 6 de junio de 2012

La hoz

hozYa es un viejo y la gente dice que ha perdido la cabeza.

La cosa es que, cuando salió de la cárcel, vio a su mujer rapada al cero y padeciendo por la ingesta de aceite de ricino. La sangre se le subió a la cabeza y volvió a verse entre rejas, después de que la guardia civil le detuviera por degollar a Don Ramón con la hoz.

Desde que salió a la calle, después de muchos años, vivía en su casa destartalada, de la caridad de los vecinos, sin trabajar en el campo, por no descolgar la hoz.

El viejo pasa las mañanas subido en lo alto del puente, afilando la hoz en sus viejas piedras, echando alguna mirada de reojo a un periódico colocado sobre el puente.

Los vecinos se extrañan de volverle a ver con una hoz en la mano y preocupados le preguntan: ¿como afilas la hoz, si ya no la usas?

El viejo pasa su mirada de los vecinos al periódico y del periódico a los vecinos y murmura entre dientes.

-Vuelve a ser tiempo de siega.