miércoles, 1 de enero de 2020

Feliz año nuevo

Resultado de imagen de año nuevoDesperezad los ojos a la niebla, mirando por la ventana, como si estrenáseis algo nuevo.
Algo que se envuelva en celofanes de televisión, en vestidos de lentejuelas y músicas de cualquier tiempo, pero recordad que no es más que otro día que amanece, pegado a las rutinas, cargado de ayer y atado a la rueda que nos arrastra en su inercia.
No se han ido los lobos que aúllan tras cualquier cerro, ni las cencerras pueden permitirse la calma, pero yo os deseo valor para guardar lo vuestro.
Vosotros, los resistentes, los que os sabéis, con más pena que rabia, los últimos de una estirpe de supervivientes, merecéis que los días sean calmos y que vuestro saber no muera despreciado.
Para éste día que amanece, os deseo la paz del silencio, a los que ya sabéis que lo que quieren venderos por nuevo, no es sino otra vuelta de la vieja rueda. Yo deseo que no se os muera la necesidad de inventar cada mañana a vuestra medida, ni se os terminen la leña y la paja.
Los que sabéis sacar de la tierra pan y del trabajo leche y miel, merecéis que la vida os pague en especies y el arado se torne ligero, la mansedumbre de los bueyes y la gracia del dios de la lluvia.
Los que buceáis en los estanques del saber, aprendiendo lo que ya supieron otros, los que esperáis que vuestra alma se cargue de la sabiduría vieja de la tierra, tened presente que os deseo humildad y ansias de beber de las fuentes y ganas de enseñar lo que descubráis. Nada como una cantimplora llena de saber, para el desierto que nos amenaza.
Los que sospecháis que el camino ya es más corto y por eso vuestro andar es más lento, sabed de mi deseo de que no os falte la compañía, ni un bastón en que apoyaros, ni una sonrisa agradecida, ni el pan, ni los regalos.
Los de la ijada al hombro, las que alumbran a nuestros hijos, los del hacho poderoso, los que construyen con nuestra madera y nuestra arcilla, las que sostienen nuestras casas, los que traen y llevan nuestras necesidades, los dueños del arado y señores del surco, las que amortiguan nuestra vejez, los que desgastan sus manos en fabricar pan y escudillas, los que nos enseñan, quienes nos curan, quienes desde lejos nos añoran, quienes nos aman. Tened todos buen año.