lunes, 26 de septiembre de 2011

Esclavitud

imagesNo puedo dejar de visitarla. La vida sin ella es para mi como una lluvia de ansiedades, como el instante en el que, asfixiado, crees que nunca más volverás a respirar.

No me importa que sus favores solo me los proporcione por dinero y tampoco hago caso a los que me advierten de que mi vida podría terminar por su causa.

Vuelvo una y otra vez a donde ella me espera cada día, con más ganas que el día anterior, con más ansiedad entre mis dedos.

Cuando me acerco a ella y antes de tocarla, ya saboreo  ese aire envenenado y acelero mis pasos hacia ella, anhelando sentir en mi boca, esa corriente de calor que después inunda mi pecho.

Tan solo quiero en este mundo, sentir que me acaricia su voz con esas tres palabras mágicas, que me devuelven la tranquilidad. Su tabaco, gracias.

sábado, 17 de septiembre de 2011

¿Recuerdas?

images¿Te acuerdas? Las noches de verano hacíamos incursiones en el territorio prohibido de los huertos, en busca del néctar de las ciruelas. Cantaban los grillos a las estrellas y latía el corazón a mil pulsaciones, oliendo el miedo que sudábamos ante el delito que nos atraía.

¿Te acuerdas de las tardes acechando a tu primera novia? Tus ilusiones se sentaban en la rama de la higuera, con los pies colgando. No se si te atraían más sus trenzas o beberte un trago inesperado de adrenalina, si su padre aparecía tras la puerta que vigilábamos.

¿Recuerdas el ruido de los neumáticos de mi coche, derrapando inconscientes?

¿Recuerdas los domingos, disparando con pólvora mojada, al corazón de las palomas que se ponían a tiro para luego huir volando?

¿Te acuerdas del tiempo que nos robaron tras un uniforme de soldado y que nosotros conseguimos recuperar, cantando juntos y riéndonos del mundo en cualquier cantina?

¿Te acuerdas de como brindábamos, arrancando las primeras victorias a la vida y de como hemos llorado juntos los golpes?

¿Recuerdas que tus campos eran nuestros campos y mis tapias nuestras tapias?

¿Te acuerdas, hermano? ¿Recuerdas, amigo?

jueves, 8 de septiembre de 2011

Dudas meteorológicas

osoEra tarde. La hora de cerrar el bar en el pueblo, es la misma en que los últimos clientes se van.

Después de un día entero de servir cafés, vinos y copas de sol y sombra, a la hora de barrer, ya apetece ir a la cama.

Pero recogiendo las últimas mesas, apareció a la luz de la farola de la esquina, el borrachín del pueblo.

Un tío pesado donde les haya, que a primeros de mes, recién cobrada la pensión, empalmaba una curda con otra, hasta terminar con las perras y recurrir a la caridad, fuera del pueblo.

El matrimonio que regenta el bar, ha sufrido en repetidas ocasiones las trancas del burrachuzo, que se niega a abandonar el bar para que ellos descansen.

Así que él, cuando le vio, corrió a apagar las luces y trancar la puerta para ahorrarse el tostón del amigo de los majuelos.

Él y ella subieron a su vivienda, que está encima del bar y dejaron al borracho en la calle, aporreando la puerta del bar y amenazando con darles la nochecita.

Llevaba ya media hora dando voces y golpes, mientras ellos dos soportaban el tostón, con las luces apagadas y mirándole por la ventana.

Él, decidió terminar con el espectáculo y encontró a palpas, vaciándolo por la ventana, un recipiente con agua, que resultaron ser los garbanzos a remojo, para el cocido del día siguiente.

Al sentirse mojado, el borracho extendió su mano con la palma hacia arriba, y después de una blasfemia preguntó: ¿llueve o graniza? 

lunes, 5 de septiembre de 2011

Detrás de nada

imagesUn día le confesaría que la seguía cada tarde, cuando ella salía de la academia, con su carpeta abrazada contra el pecho.

Podría decirle, que las tardes de lluvia, llevan su perfume enganchado en el aire húmedo y que su pelo libera, clandestinamente mil aromas, para que subsista un corazón de segunda mano y un cerebro que se aprendió sus pasos de memoria.

Le diría que persigue todo el aire que corre a su alrededor, para poder impregnar las dos pieles, de las mismas moléculas de oxígeno, para compartir el mismo medio, por compartir el máximo.

Le contaría que la música tiene ahora distinto ritmo, desde que la vio una vez junto a la máquina de los discos, tarareando una canción y que todas las danzas han perdido su significado, si no son un pretexto para abrazarla.

Se lo contaría todo, si los miles de palabras tiernas, no paralizasen su lengua, amontonando la sangre en sus mejillas.

Pero ¿cómo explicar la parálisis repentina ante un folio en blanco? ¿por qué nunca echaría al buzón la carta que nunca escribió?    

jueves, 1 de septiembre de 2011

Te lo dije

IMG_5111111111111667_copia_reasonably_smallAhora te parece que tu horizonte es más pequeño, como si se hubiera reducido tu ventana al mundo.

Aunque la vida sea igual de inmensa, aunque tus posibilidades de correr por los prados del mundo sigan siendo las mismas, el ver todo más pequeño te hace desconfiar de los límites de tu paisaje y te asombras cuando miras por las ventanas de los otros.

El campo en el que trabajas, tiene pocos centímetros para soportar los pellizcos de tus dedos, por más que tú les muevas con endiablada velocidad.

Te ha llegado el tiempo de ver un mundo demasiado grande para tu jaula tan pequeña.

Ya te advertí de que un netbook vale para lo mismo, pero donde esté uno grande…