Mi Niña Bonita tiene por las mañanas
ese dulzor que posa plomo en los ojos,
una amnesia de ayer y unos rastrojos
que huyen por el aire de las ventanas.
Mi niña mira al viento cuando camina
de rostro a rostro alto y siempre de frente,
nacida con la marca de una heroína,
no tuvo más remedio que ser valiente
Predica con el pelo, cuando envenena,
de envidia y de rencores campos y mieses,
no igualan las amapolas ni los cipreses,
el bamboleo ni el ritmo de su melena.
Tiene un perro, una casa llena llena de sueños
quince años en vena, los ojos grandes
las ganas de vivir, de olvidar los inviernos
de rellenar las entrañas de su padre.