viernes, 26 de agosto de 2011

Nostalgia

imagesLas sensaciones desagradables, siempre tienen que ver con el estómago.

Esta es una pequeña corriente eléctrica, que va del estómago al corazón y que provoca una pequeña ansiedad.

Es lo que sintió él al mirar la foto de su boda. Esos ojos de novia de ella, esa expresión ilusionada que él tenía.

Lo que de verdad disparó la corriente eléctrica entre sus vísceras, fue comprobar que ya no queda nada de aquella mata de pelo de entonces.

lunes, 22 de agosto de 2011

Casual

imagesParecía casual, inevitable, una de esas cosas que ocurren porque tienen que ocurrir.

La distancia era la reglamentaria, el momento justificado, la actitud y la disposición, las esperadas.

Nadie parecía reparar en el instante, aunque en las dos mentes estuviera congelado en el tiempo. La vida discurría al rededor como siempre, con la parsimonia y naturalidad reglamentadas por la costumbre.

Sin embargo, en los dos interiores camuflados por el disimulo perfecto, estalló la más violenta tormenta, cuando en una millonésima de segundo, se juntaron las dos pieles en un roce casual. Inmediatamente después, volvió la normalidad.

jueves, 18 de agosto de 2011

La victoria

images¿Como explicar el vacío de sus ojos? La mujer me miraba como si yo fuera transparente, como si mi cuerpo resultara a penas, un remolino de aire, en el pequeño departamento del vagón del tren.

Cuesta dolor pensar que un ser humano, pueda olvidar incluso, como se fijan los ojos en un lugar del espacio, como se puede acariciar o apuñalar con la mirada a un semejante.

La mujer permanecía muy quieta, paralizada, con una cara totalmente carente de expresión y el único movimiento de su cuerpo era el producido por el traqueteo del tren.

A mi me costaba mirarla, su mirada perdida en el aire, a la vez que inútil, resultaba intimidatoria, como si –en el fondo- estuviera vigilándolo todo.

Pensé que su pelo, ahora blanco,  había sido acariciado cuando su alma aun vivía. Que las manos retorcidas, ahora caídas sin vida sobre el asiento, habían acariciado, hasta con lujuria, alguna piel y con ternura a sus hijos.

Pero aquel cuerpo menudo, no dejaba asomar al exterior ni el más pequeño rastro del alma. ¿Como puede ser posible que un cerebro, capaz de regular la respiración y la circulación de la sangre, deje pudrirse dentro de él a los recuerdos, los sentimientos, las ilusiones?

¡Qué dolor infame! ¡cuanta rabia contra la vida! ¡qué estragos del tiempo contra la dignidad humana!

La niña que dormía junto a la mujer, se despertó al parar el tren en una estación. Restregó sus ojos y miró a su lado buscando a la mujer.

Tomó la mano de la mujer, la acarició y gritó: ¡abuela!

La mujer al sentir la piel de su nieta, hizo aflorar a su boca y a sus ojos, un amago de sonrisa.

Yo pensé, que por un momento, aquella niña había derrotado a la muerte.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Perseidas

imagesCuando mi madre notó que se le mojaba la ropa, se encontraba sola en casa.
No era la primera vez, ya había notado antes esos dolores y el miedo con la esperanza superponiéndose.
Llamó a la vecina, que acudió rápidamente en su auxilio y la acompañó a tenderse en la cama y a despojarse de la ropa.
Mi padre fue fiel a la costumbre, adquirida un año antes y respetada hasta el final, de no estar presente ni en el acontecimiento, ni en la casa, cuando nacieron sus hijos.
Hacía algo más de un año, que una noche parecida, los mismos dolores asaltaron el sueño de mi madre. Pero después de la sangre, el sudor y las lágrimas, apenas pudo distinguir, en la cara morada de su pequeña, un vago gesto de vida. Después la sentencia del médico; Ha nacido prácticamente muerta.
Así el miedo era mayor ésta vez, miedo al dolor y al fracaso, miedo de volver a ver salir a mi padre, con una cajita de madera al hombro, camino del cementerio.
Pero después del dolor y los gritos, el llanto desgarrado de mi garganta, apagó todos los demás sonidos de la casa. Y mi pequeño puño se agarró con desesperación  a los dedos aun fríos de mi madre.
Cuando los dos descansábamos el cielo pareció celebrarlo con una lluvia de luz y pronto supe que cuando yo nací, desgarraban el cielo Las Perseidas.

lunes, 8 de agosto de 2011

Amargo

imagesSentía una sensación extraña cada vez que se acercaba a su ventana, sabiendo que ella estaba detrás sin abrirla.

Entonces, acariciaba su fotografía con la punta de los dedos y se preguntaba por qué sentía esa quemazón en la garganta y un sabor amargo en la boca.

No consiguieron una explicación lógica ni los médicos, ni los sicólogos a los que acudió. Él siguió visitando su ventana, sabiendo que ella estaba al otro lado y continuó percibiendo ese sabor amargo en su boca, cada vez más intensamente.

Un día, caminando por la acera, oyó salir de una vivienda del segundo piso las notas de una canción, escuchada por vez primera.

La letra decía: ¿ A qué saben los besos que no se dan?  Y lo entendió todo.