domingo, 28 de abril de 2013

La traición

imagesMe he levantado, como cada domingo, buscando ese momento de tranquilidad que existe cuando aún no se ha levantado nadie.

La casa está en silencio y sólo se oye el cantar de los pardales madrugadores en la ventana y de vez en cuando, alguna tos de los habitantes que holgazanean entre las sábanas.

Enciendo el ordenador y leo los periódicos digitales, todo sigue igual y sin embargo, parece como si la actualidad nos pillara desprevenidos, como si no terminásemos de creer que lo que era nuestro mundo se esté derrumbando.

Todo parecía ir sobre ruedas. La gente trabajaba, los niños estudiaban, los fines de semana nos dedicábamos al ocio, los viejos descansaban en paz tras una vida de trabajo, los enfermos encontraban paliativos a sus males y todo parecía tener lógica.

El Gobierno dice que lo peor ha pasado y nos anuncia que mejoraremos empeorando, leo un artículo en el que el embajador alemán dice: nosotros no hemos sido, un empresario pide flexibilidad y moderación. Y yo me quedo parado pensando en qué momento se rompió la cuerda, como es posible que hayamos llegado hasta aquí, cual será la tecla que rebobina la realidad para volver al minuto anterior a la explosión, quien hizo cambiar el transcurrir del tiempo mientras vivíamos en la feliz ignorancia.220px-Rose_-_frost

Mis amigos del feisbuc van de la literatura a la foto hortera, del cabreo a la broma. Uno de ellos defiende la reforma de la ley del aborto y todos llenamos la realidad digital de pulsaciones al “me gusta”.

Voy oyendo ruidos de alguien que se levanta de la cama, pronto a la casa volverá el bullicio, me acerco a la ventana a mirar y los tejados se han manchado de blanco esta noche, igual que los cristales de los coches. Parecía que el invierno nos había indultado pero, ¿por qué nos ha traicionado la primavera?. 

martes, 23 de abril de 2013

La identidad de las matrioskas

untitledPara no dar muchas vueltas al asunto, empezaré por felicitar a mis paisanos en el Día de Castilla y León.

Yo sé en qué lengua aprendí a decir papá, mamá, tierra, pan. La misma lengua en la que sueño y en la que describo montañas y parameras. Sé que hay otras formas de hablar, geográficamente próximas y me gusta su música y quiero que se sigan hablando, porque para sus hablantes significan lo mismo que el castellano para mí. Pero no son mi lengua.

Yo sé que mis ojos se llenan con las llanuras, con las hileras de chopos en las orillas del río, con la luz cegadora de los rastrojos en agosto. De vez en cuando me serena el alma contemplar el silencio de un valle desde lo alto de una montaña, desde el hogar de las nieves. Pero lo mío es el cielo alto y la tierra interminable, el mar de espigas.

Esa es mi identidad más pequeña y más entrañable, mi medio ambiente.

Pero esa patria pequeña no tiene sentido sin las otras patrias concéntricas, que se contienen unas a otras, como matrioskas.

Comparto lengua y acento con otros. Sahagún, Saldaña, Villalón de Campos, Villada, Villalpando, Valderas, Medina de Rioseco. Tierra de Campos, la “Tierra mal bautizada” de Torbado.images

Siento como ellos el sobrecogimiento ante una iglesia de piedra o de ladrillo mudéjar, reinando sobre los hongos de adobe reseco, en las casas y en las tapias. Recordamos de la misma manera, desde cualquiera de las cuatro provincias, el sonido de las cencerras de un rebaño, las labores de las mujeres en las solanas, el canto que espanta al sueño en la trilla. Hombres y mujeres consumidos por el sol y el viento helado, con cárcavas escritas en las caras del color del barro. La patria va creciendo y buscando otra matrioska, más allá del mar de la laguna de La Nava o el océano de Villafáfila.

El Padre Duero no es el mar, pero es nuestra contribución al planeta océano. Ahí van a parar nuestras nieves, nuestros barros, los de todos los que hemos sido atropellados por su historia.

El río final de los vacceos, de los astures, los arévacos, de los romanos que los sometieron, visigodos con muchos reyes, árabes.

Comunidades de Villa y Tierra, concejo abierto, cuna del parlamentarismo, fueros, conquista de un nuevo mundo.

Pueblo zarandeado por la historia y los reyes que le poseyeron y se lo repartieron entre hermanos mal avenidos, esclavizado por abades, torturado por inquisidores, pero resistiendo hasta hoy.

Nación que se engrandeció, creciendo desde el Cantábrico hasta Los Andes, lengua que se esparció como el viento esparce las semillas e hizo una nación más grande aun.

Desde las Merindades de Castilla la Vieja, hasta las Arribes del Duero y desde Piedrafita a Gredos, incluso más allá, hay una forma de ser español.

domingo, 21 de abril de 2013

La ilusión del coche nuevo

untitledJavier quería un coche nuevo. Trabajaba con un camión, uno de esos grandes que pisotean las autovías.

Como Javier era soltero y se administraba bien, había conseguido ahorrar unas perrillas para dar una entrada y luego, gracias a su nómina, esperaba conseguir una financiación de la caja de ahorros para su capricho.

Visitó todos los concesionarios de coches de la ciudad y pronto se decidió por un coche que le iba como anillo al dedo. El consumo perfecto de combustible, la potencia deseada, las mejores prestaciones y comodidades y esa prestancia que tiene la chapa recién pintada de los coches nuevos.

El comercial le informó de que la siguiente semana recibirían un modelo igual que el suyo y podría probarlo el próximo sábado para decidirse.

A Javier, su jefe le había ordenado, con los malos modales de siempre, que el lunes estuviera como un clavo y a las ocho en punto de la mañana, ni un minuto más, en Salamanca donde debería descargar la mercancía que había cargado el viernes.

Javier, la verdad, es un poco flojo para los madrugones. Pero ese día, casi como un logro, se plantó en Salamanca a las ocho y diez, un retraso despreciable.

La cosa se le dio bien y le descargaron el camión rápidamente, salió zumbando para la azucarera de Benavente, donde cargaría un viaje para La Rioja y también pudo cargar rápidamente.

La tarea del día era infernal, si algo salía mal, no cumpliría con los planes de su jefe, pero de momento, todo iba como la seda.

Llegó a tiempo de descargar el azúcar en la conservera y finalizó la jornada cargando su camión en Alfaro de materiales de construcción.

Satisfecho con la labor cumplida, Javier se dirigió a su destino ya sin las prisas de toda la jornada.

Cuando sólo hacía cinco minutos que salió cargado, sonó el teléfono. Su jefe, hecho un basilisco, le gritaba desde el otro lado de la línea. El localizador GPS le había contado que Javier había llegado a Salamanca con diez minutos de retraso.Y eso que te advertí de que ni un minuto más. Javier le colgó el teléfono y lo arrojó sobre la litera, tratando de procesar y asimilar, el por qué de aquel derrumbe de la satisfacción por el deber cumplido.

Tras rumiar el asunto con rabia, pero preso de una clara lucidez, llamó al comercial del concesionario y de primeras le espetó: ¿Sabes lo que te digo? que no pienso aguantar a este hijo de puta otros tres años para pagarte a ti el coche.

viernes, 12 de abril de 2013

Un tiznón morado en el balcón

imagesCALNUL27El calendario ha vuelto a posarse sobre el catorce de abril.

Vuelven las flores de la memoria a invadir las cunetas, a pesar de un frío invierno que las condenaba al olvido de los hielos. Florecen humildes, con los pétalos pequeños y alejadas de los parterres de los jardines en los palacios, pero con fuerza, invadiendo cada resquicio por el que quepa una raíz.

La primavera nos trae tormentas con nubes negras y vientos amenazantes, pero son imprescindibles para que el suelo tome fuerza y la naturaleza se muestre en todo su esplendor

Ya no se trata tanto de resucitar historias viejas, como de escribir entre todos una nueva, pero que sea la nuestra. Ha de ser muy diferente de la que nos cuentan y pretenden que sea dogma de fe.

Necesitamos creer en nuestra propia historia, pero para eso no podemos dejar que otros la escriban a su medida, debemos ser los protagonistas, cada uno de nosotros, agarrados a la tierra que pisamos sabiéndola nuestra.

Hay que gritar, como en los siglos atrás se hacía, aquello de “Cada uno somos tanto como vos, y entre todos más que vos.

Nos hace falta ver otro amanecer en Sahagún con un tiznón morado en sus balcones.

viernes, 5 de abril de 2013

Rebotar

images¿Quien te crees que eres para mirarme de esa forma?

Es fácil juzgarme desde donde estás porque desde ahí ves todas mis flaquezas.

No se lo cuentes a nadie y te sonreiré como si me cayeras bien, te guiñaré un ojo y tú me corresponderás como si fuéramos hermanos desde siempre.

Aunque te veo todos los días, tu cara me sorprende como si no te conociera y tú te extrañas al ver una arruga nueva bajo mis párpados cansados.

Eso de tu frente, más que entradas, parecen salidas de emergencia de tus cabellos escasos y grises. Pues anda que tú, me respondiste, son mucho peores las arrugas que tienes donde tu y yo sabemos.

Algunas mañanas, en vez de mirarte, siento ganas de embestirte, de resolver nuestras deudas a cabezazos en el cristal. Sin embargo otras veces, no puedo evitar el mirarte con ternura, como a un viejo amigo y compañero al que todo lo perdonaría.

Lo peor es que yo sé que tu puedes verme desnudo más adentro, que sabes lo que me falta, lo que temo, lo que nunca me darán, lo que sueño, lo que amo y lo que odio.

Y mientras me ves, te ríes a mi cara entrecerrando esos ojillos que me gritan: ¡Sal de una vez del espejo!, si te atreves.