miércoles, 28 de marzo de 2012

Currículo

imagesEn ninguna parte parecían entenderle. Le molestaba particularmente la mirada de arriba a abajo y el poco valor que daban a sus méritos.

Al menos se podrían molestar en evaluarle, en darle la oportunidad de demostrar que tiene entre sus manos cualidades que nadie más posee.

Cada vez que le daban con la puerta en las narices, él trataba de ser positivo y de no rendirse. Se encogía de hombros y decía: Prejuicios de ignorantes, otro me valorará.

La última vez que llegó a un circo en busca de trabajo, le recibió el patrón. Un fulano desagradable y mal encarado, que también le miró de arriba a abajo.

Como con prisas, impaciente el patrón le dijo:

-Así que quieres trabajar en éste circo, ¿qué sabes hacer?

-Señor, sé imitar a los pájaros.

-¿Nada más que eso?

-Si señor, y lo hago como nadie.

-¿Tú piensas que esa tontería me hará ganar dinero? ¿a tí te parece que alguien pagará una entrada por ver como imitas a los pardales o a las cornejas? No me hagas perder el tiempo, tengo que ir a encargarme de mis quehaceres.

Entonces él decidió que no valía la pena rogar a aquel ignorante.

-Señor, que tenga un buen día. Y se marchó volando hacia los chopos.

jueves, 22 de marzo de 2012

La Bella del Beso

imagesElla le despertó con un beso en los labios. Suave, tierno, intenso.

Él se sobresaltó un poco atontado, al darse cuenta de que se había quedado dormido con los pinceles y la paleta en las manos, mientras pintaba aquel cuadro que le obsesionaba.

Otras veces, los cuadros encargados, los resolvía de una forma profesional, sin apasionarse en las pinceladas. Pero esta vez, desde que pintó la silueta de aquella mujer, que salió de su imaginación, no podía parar de pintar.

A pesar de todo, los ojos de la bella, fueron retocados por su mano una y otra vez, sin conseguir el efecto que él había imaginado. Reinventó el color de sus mejillas, pero seguía sin ser ella. Hizo su piel más luminosa, pero seguía sin conocerla.

Ahora le despertaba aquel beso tras demasiadas horas de trabajo infructuoso, el cansancio había hecho presa en él, hasta que no pudo más y se durmió.

Después del beso que le despertó, la bella volvió al cuadro andando despacio y él se dio cuenta de que sus labios ahora le sonreían desde el lienzo, dando forma al fin a la bella del cuadro.

martes, 20 de marzo de 2012

El tabique

TabiqueCada tarde, después del trabajo, se sentaba en la terraza de un bar con una cerveza entre las manos y esperaba.

Siempre a la misma hora, con una puntualidad casi planeada, ella pasaba por la acera despacio, con la mirada perdida hacia adelante y se detenía en la parada del autobús, unos metros más allá.

Al pasar ella a su lado, él aspiraba profundamente aire para detectar el aroma que ella dejaba. Ella no usaba perfume, pero olía a limpio.

Hasta que llegaba el autobús, él la miraba cada instante, para no perderse ni un momento de aquella espera. Sus ojos claros, su pelo castaño brillante y una forma de moverse entre infantil y decidida.

Ella se había dado cuenta de que era observada y miraba de reojo, con disimulo hacia la mesa de la terraza.

Después llegaba el autobús y terminaba el encuentro tácito. Ella se alejaba entre una nube de humo y él se dirigía a su casa a pie, apretando el paso y con las manos en los bolsillos.

Por un extraño fenómeno, los dos se tendían en la cama, nada más llegar a sus casas, ella colgando su bolso del perchero y él sacudiendo, como con prisas los zapatos.

Y de pronto, los dos veían solamente con cerrar los ojos, las escenas que nunca se atrevieron a protagonizar.

En esos momentos las lenguas se expresaban en el idioma de las olas, con un ir y venir, primero dulce y después desenfrenado, hasta salvaje.

Brillaba el sudor en las pieles y las bocas se entreabrían en suspiros, que llamaban a las manos a acariciar lomas y llanos del color de la cebada.

Horas de recorrer con la luz clara y los ojos cerrados, cada rincón del mismo cuerpo. Cada uno en distinta habitación pero con las sensaciones tan reales como cuando se siente la brisa entre los árboles.

Al fin llegaba la inundación a los dos vientres, con la fuerza demoledora de un tsunami tibio y salado.

Al día siguiente, cuando él pedía la cerveza en la terraza, después del trabajo, los dos ignoraban que en sus habitaciones, en aquel bloque inmenso de pisos, aunque ni siquiera pertenecían al mismo portal, un tabique juntaba las cabeceras de sus camas desde siempre.

lunes, 12 de marzo de 2012

Don Miguel

delibesA pesar de todo, Don Antonio Machado amaba a mi tierra y la pintaba en sus ocres y en el verdor de los álamos junto al río. Pero algo me distanció de él cuando leí aquello de “Metida en sus andrajos, desprecia cuanto ignora” y cuando pintó paisanos como “atónitos palurdos sin danzas ni canciones”. Me di cuenta de que aunque nos amaba, no terminaba de querer ser uno de los nuestros.

Al cabo de un tiempo, Don Miguel me hizo reconciliarme con mi tierra, desde las páginas de los libros, escritas con las palabras que oí desde niño vagar por las llanuras descarnadas.

Los que a otros ojos eran atónitos palurdos, resultaron ser portadores de la ancestral sabiduría.

Daniel El Mochuelo, el señor Cayo, Melecio persiguiendo patirrojas, herejes incomprendidos en su tiempo, santos inocentes víctimas de la España más profunda, amante de la sombra alargada de los cipreses.

Y reconocí en él la lengua que aprendí de los míos, vi que sentía como yo correr el viento del invierno en las parameras, que elevaba a la categoría de cultura el saber popular, que sabía describir como nadie el miedo a la helada negra.

Muchos escritores escriben en español, pero nadie ha sabido como don Miguel escribir en castellano.

A pesar de la dureza de una lengua propia de barbechos y rastrojeras, gracias a don Miguel Delibes, cuando hablo en castellano, tengo la impresión de paladear el más delicioso de los manjares.

Aunque hoy hace dos años que nos dejó, quiero decirle hasta siempre, don Miguel, maestro.

jueves, 8 de marzo de 2012

Ocho de marzo

imagesEmpezaba a estallar la primavera, cuando una tarde, las sirenas del pozo de la mina aullaron de miedo y de dolor sin previo aviso.

A ella algo se le retorció por dentro y sintió un pinchazo en las tripas que le advirtió de que algo se rompía en su vida. Salió corriendo hacia la mina, donde le dieron la noticia, en la reunión de vecinos a la boca del pozo.

Desde que a su marido se le llevó el grisú, llenó las bocas de sus hijos a base de dejarse la piel en trabajos mal pagados y agotadores y soportando de sus jefes lo que tenían que soportar las viudas pobres.

Un día, ya jubilada, su nieta le explicó que cada ocho de marzo la gente recuerda a mujeres como ella.

jueves, 1 de marzo de 2012

Y en la actualidad…

MarilynTu sabes Norma, que hubiera hecho por tí cualquier cosa que me pidieras. Como aquella vez que robé el cadáver de la morgue para que te sustituyera en el ataúd que todos lloraron.

Tu despertaste en el hospital creyendo que habías muerto, ¿te acuerdas?.

Pude encontrarte, antes de que murieras por aquel bote de pastillas que te tragaste y desde entonces has vivido con tu verdadero nombre, con tu verdadera vida, lejos de las luces de Beverly Hills.

Pero te pido por lo que más quieras que dejes de llorar, si no quieres matarme.

Ahora que los dos ya somos viejos, me siento impotente para borrar las arrugas que te torturan.

No señor, eso no es tan fácil como cuando entre los dos matamos a la maldita Marilyn Monroe.