jueves, 3 de septiembre de 2015

La foto del alma

11923190_1302597049766059_3488407043780277406_nAcaso ya lo sabes, pero cada casa tiene su alma durmiendo en sus cimientos y de vez en cuando sale a comunicarse con sus habitantes. Al fin y al cabo un alma nunca muere.

En tu casa, antes de que tú la convirtieras en una casa del siglo XXI, hace un par de centenares de años habitaba una familia feliz. De nada les faltaba al matrimonio y a su pequeño, que disfrutaban de la vida en aquel pueblo de labriegos pacíficos.

Él ganaba el sustento de la familia como secretario del marqués y ella ocupaba las horas del día cultivando un jardín de flores.

Cuando él volvía del trabajo disfrutaban los tres de las horas entre las sombras de los sauces del jardín y las flores de mil colores.

No sé que mal viento pasó un día por el pueblo, que una enfermedad cruel y rápida terminó temprano con la vida de su mujer y su hijo.

Las sombras del jardín se hicieron más oscuras y el frío se instaló entre los sauces.

La vida de él se empeñaba en proseguir, muy a pesar suyo, y ya sólo encontraba consuelo regando las flores que ella le dejó sembradas.

Mientras regaba lloraba y las lágrimas dibujaban en el suelo la silueta de ella con el pequeño en brazos. Él se consolaba al verlos y podía dormir en paz.

Por eso el alma fundida de los tres, habita en la casa desde entonces y la figura húmeda aparece en el suelo del jardín cada vez que alguien riega las flores.