miércoles, 23 de noviembre de 2011

El Bolar

 imagesLos granos de arena empezaron a rodar uno a uno por la ladera abajo. Fueron juntándose unos a otros con la humedad de algo pegajoso.

Algunas veces en un pequeño descansillo de la bajada, las bolas de arena se adherían unas a otras y en el descanso, el tiempo las endurecía poco a poco.

Mucho tiempo, mucha dureza y más duras aún porque se iban amasando con la sangre que manchaba, no, que embadurnaba la bajada.

La unión de varias bolas hacía más torpe el rodar, pero se iban repartiendo por toda la ladera como un sembrado de los tiempos.

Después de siglos, una cuadrilla de chiguitos descubrió la ladera y la convirtió en un lugar del que inventar historias.

Resbalando ladera abajo, rompiendo zapatos y pantalones, llegaron a usar las bolas como moneda de cambio, como juguete gratuito, como símbolo de su pandilla.

Hasta que la posesión de las bolas se convirtió en una obsesión, a más fuerza  más bolas, cuantas más bolas, más respetados.

En poco tiempo se fue quedando la ladera (El Bolar) sin las bolas que los siglos amontonaron y su carestía enfrentó a los chiguitos en bandas.

Un día la cuadrilla se dividió por la desigualdad en el reparto de las bolas y empezaron las peleas. Aquella vez se enfrentaron convirtiendo a El Bolar en un campo de batalla y a las piedras redondas de la ladera las llamaron “balas de la guerra”

Después de la batalla, la sangre de alguna brecha impregnó El Bolar y esa sangre volvió a servir de cohesión a otros granos de arena que iniciaban la bajada.

martes, 15 de noviembre de 2011

Esto no es un poema, ni lo parece.

descargaEn una nube están revueltos tus sueños con los míos, retorciéndose en un aire que no les deja tocarse.

Vuelan sobre los campos, recordando la noche que nunca existió, esperando la ocasión condenada a no existir.

Y transitamos con rumbos paralelos por las aceras. Dejamos señales en cada recodo de un camino, conocido por las mil veces andado.

Yo sé que tú estuviste allí, cuando me empapa el agua que derramaste en otra parte y me invade un calor helado.

Y bajo las hojas que tú pisas, escondo la botella que lancé al aire con un mensaje escrito para no ser leído.

Tengo la impresión de que hay un escenario desconocido y lejano, en el que actuamos, en una obra de la que solo sospechamos de su existencia.

Mientras tanto, los pies en tierra firme, andan entre las piedras, terminando con el sufrir de unos zapatos rotos.

He podido escribir con tinta invisible, esto que ni es un poema, ni lo parece.

Esto solo son los gritos encriptados que nadie entiende.

martes, 8 de noviembre de 2011

Y los sueños… sueños son

cyborgSe aprende demasiado tarde y se muere demasiado pronto. Fueron las últimas palabras que Alatriste pronunció en mi sueño.

Después, mientras me vestía en el borde de mi cama, repasé los proyectos que nacieron muertos por inmaduros y las obras que ya no tendré tiempo de acabar.

Cuando tienes fuerzas te escasea la razón y la experiencia no te aprovisiona de fuerzas.

La noche anterior, cuando combatía con las sábanas a muerte, cuando buscaba dormir desesperadamente, pensé que debería dar un brusco giro a mi vida, que los sueños tendrían que empezar al levantarme a la mañana siguiente.

Al mirarme en el espejo del lavabo, distinguí con nitidez las arrugas de mis párpados, como el tic tac de un reloj con cuenta atrás.

Cuando salí a la calle, el aire helado me hizo acelerar el paso y cuando arranqué el coche, una vez más la vida me salió al camino con una sonrisa sardónica.

Empujé la puerta de la empresa donde trabajo y pronto comprendí que había vuelto a perder en la negociación. Mi vida y mi tiempo a cambio de un plato caliente y la seguridad de los míos. Y los sueños… sueños son. 

jueves, 3 de noviembre de 2011

Lejos

imagesNo deja de llover desde hace horas y tú te revuelves impaciente en la silla baja, que colocaste frente al fuego.

Toda la tarde revolviendo las brasas, echando otro brazado de leña y cubriéndole con la paja trillada.

Las pocas tierras, aradas, el ganado, reposando en la cuadra y todo lo poco que hay que hacer, hecho está.

Sabes que en algún lugar un hombre, que no eres tú, besa a una mujer al volver del trabajo y hace planes para mañana, o para un domingo apacible.

A ti te dieron los planes hechos cuando naciste, no tienes planes nuevos ni una mujer a quien besar, en el pueblo no quedan muchas.

Te estás hartando de esperar a que las horas pasen, de saberte de memoria tu futuro, de bailar siempre con la más guapa del baile solo en tus sueños.

Subes al sobrao a vigilar las latas que colocaste bajo cada gotera y escuchas asqueado las sinfonía de las gotas recogidas.

Al bajar, tu madre vuelve con la cantinela de que eres un solterón, de que no prosperas, de que eres como tu padre, un fracasado.

Apartas de una patada al gato y recuperas tu asiento frente a la lumbre, colocando los palos con las tenazas.

Mañana a las ocho pasa el coche de línea, quizá ya no llueva, en algún sitio de be de hervir algún mercado. Puede que exista un lugar en el que los niños griten en el recreo.

Esta mañana viste a las aves volar en formación ¿a donde irían?

Miras a tu madre que destapa otra vez el puchero sobre las trébedes y después, mirando a la lumbre, le dices que mañana cogerás el coche de línea y luego el tren con un billete solo de ida.