jueves, 18 de agosto de 2011

La victoria

images¿Como explicar el vacío de sus ojos? La mujer me miraba como si yo fuera transparente, como si mi cuerpo resultara a penas, un remolino de aire, en el pequeño departamento del vagón del tren.

Cuesta dolor pensar que un ser humano, pueda olvidar incluso, como se fijan los ojos en un lugar del espacio, como se puede acariciar o apuñalar con la mirada a un semejante.

La mujer permanecía muy quieta, paralizada, con una cara totalmente carente de expresión y el único movimiento de su cuerpo era el producido por el traqueteo del tren.

A mi me costaba mirarla, su mirada perdida en el aire, a la vez que inútil, resultaba intimidatoria, como si –en el fondo- estuviera vigilándolo todo.

Pensé que su pelo, ahora blanco,  había sido acariciado cuando su alma aun vivía. Que las manos retorcidas, ahora caídas sin vida sobre el asiento, habían acariciado, hasta con lujuria, alguna piel y con ternura a sus hijos.

Pero aquel cuerpo menudo, no dejaba asomar al exterior ni el más pequeño rastro del alma. ¿Como puede ser posible que un cerebro, capaz de regular la respiración y la circulación de la sangre, deje pudrirse dentro de él a los recuerdos, los sentimientos, las ilusiones?

¡Qué dolor infame! ¡cuanta rabia contra la vida! ¡qué estragos del tiempo contra la dignidad humana!

La niña que dormía junto a la mujer, se despertó al parar el tren en una estación. Restregó sus ojos y miró a su lado buscando a la mujer.

Tomó la mano de la mujer, la acarició y gritó: ¡abuela!

La mujer al sentir la piel de su nieta, hizo aflorar a su boca y a sus ojos, un amago de sonrisa.

Yo pensé, que por un momento, aquella niña había derrotado a la muerte.

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