domingo, 23 de noviembre de 2014

¡Viva la feria!

64433_232462926913095_1593035389_n¡A correr a la calle, chiguitos! que empieza la feria. Tragad por los ojos, igual que yo devoraba, como el sol ilumina de fiesta el pueblo y las calles recuerdan que un día vivieron.

No importa el frío, los feriantes soplan su aliento en un tubo hecho con las manos y las frotan para calentarlas, llenado el aire de vapores de café y orujo.

Las furgonetas de los feriantes llegan donde antes paraban los carros cargados de ganado, o llegaban labradores forasteros con la vaca del ramal y el bolsillo de la pelliza cargado de manos toscas que esperaban los billetes de a mil.

Comienza a llenarse el bar, crecen en él los decibelios de las voces, las mesas arrastrando, los saludos innecesarios de los que siempre se saben cercanos.

La alfombra de césped verde del Camporrío ilumina el puente, sobre el mismo río que veía el ganado parado a sus orillas y atado a los chopos.

Mulas taciturnas, rebaños de ovejas, vacas pacientes rumiando el cambio de domicilio y las calles llenas de jaulas con pollos o conejos, algún pavo y gochos pintos. El ganado tomaba el pueblo.

Los puestos de la feria de hoy se van instalando para exponer productos etiquetados, frutos de la industria agroalimentaria, manejados por vendedores acreditados como manipuladores de alimentos.

Puestos con artesanía, almendras garrapiñadas, cachas y cencerras, exposición de tractores y la gente pasea entre ellos con un cierto aire de ropa de domingos, negando su pasado de tratantes de ganado vestidos de amplio blusón, con recovecos donde guardar el fajo de billetes envuelto en papel de periódico.

Las calles se llenan de gente de los pueblos vecinos, que transitan por la villa por los mismos lugares por los que deambulaban los gitanos feriantes, buscando con pillería el trato ventajoso con el que vender la burra.

Ración de callos con cerveza en el bar para brindar por el reencuentro. Paseo p’allá y p’acá, papeletas para la rifa, concurso de tortilla de patatas y muchas actividades para entretener al personal y llenar el periódico digital de la comarca.

La feria no quiere morir y se reinventa; Si decíamos vacas, ahora decimos cecina, si decíamos ovejas ahora gritamos queso curado y donde decíamos gocho ahora decimos chorizo.

La feria de hoy la terminaremos con chocolate a la taza de plástico desechable.

Qué tiempos aquellos, chiguitos.

Nada tiene ya que ver el apretón de manos, como firma de entonces, con el  rico sabor de los chorizos de ahora.

2 comentarios:

  1. Dice J. LLamazares, que tanto sabe, que la gente que va ahora a las ferias y a las romerías es tan forastera como los músicos porque se marcha cuando termina la fiesta exactamente igual que ellos...

    Es una entrada muy bonita, Luis... y el puntín de mala leche la salva de la tristeza :)

    Un beso

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    Respuestas
    1. Colmillo retorcido le podemos llamar a eso.
      A veves siento ganas de eso tan cazurro que decía ek amigo PacoFlecha, de morder con la boca cerrada.

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