domingo, 10 de abril de 2011

VIDA PROPIA

 

Yo tenía previsto que Adrián fuera asesinado por Susana aquella noche y punto.

Todo apuntaba a ello: el odio que le profesaba desde que un tiempo  atrás, la abandonó sin explicaciones, el ruido insoportable de abogados en el juicio de divorcio y los malos años que ella pasó después, preguntándose como se continúa adelante.

Susana volvió a encontrarle en otra ciudad, cinco años después y planeó cuidadosamente el crimen. Le seduciría de nuevo y después, cuando cayera en sus redes, no tendría piedad.

Él había cambiado, se notaba que ahora su vida era más fácil, hasta su cuerpo había cambiado, moldeado seguramente en algún gimnasio. Ella se sometió a una dieta de adelgazamiento, empezó a salir con sus amigas de soltería, tiñó su pelo de rubio platino y recuperó el tiempo perdido , desde que se casaron con dieciocho años.

A Susana el nuevo Adrián le pareció un hombre muy atractivo, pero pensó que sería una buena venganza asesinarle después de follárselo.

Cenaron juntos en un restaurante de los que antes, en su otra vida, no se hubieran podido permitir, Adrián hablaba animadamente de los buenos tiempos juntos y poco a poco, empezaron los roces y los acercamientos.

Los ojos de ella cada vez brillaban más, mientras se acercaban a la habitación del hotel.

Yo lo escribí, y por eso se que el fuego les consumió a los dos entre las sábanas. Sudaron y gimieron hasta el amanecer y cuando el fuego se apagaba, llegó el momento en el que yo decidí que Susana acabaría al fin su representación.

Ella, en el último estertor de placer, sacó un cuchillo escondido bajo la almohada y lo hundió en el costado de Adrián. Miró sus ojos desorbitados, pero no sorprendidos y su boca abierta buscando aire.

Casi no le dio tiempo a decir las palabras previstas: No sabes cuanto he sufrido desde que me dejaste. Porque Adrián desobedeció al escritor y tomó vida propia antes de  morir.

Para mi sorpresa, que fui su creador, sacó un arma que él también llevaba escondida y al vaciar en ella el tambor del revólver, le susurró al oído: no volvería a vivir contigo ni muerto.

Otra vez se me revelaron los personajes y escribieron su propia historia, no pude prever que Susana y Adrián son tal para cual.

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