Cuando pudo salir por vez primera a la calle después de su operación, notó que su nuevo corazón saltaba de alegría en el pecho.
Los primeros meses, tras salir del hospital, apenas pensaba en otra cosa que en sobrevivir, pero alguna tarde se formaba en algún lugar la imagen de una mujer, al principio borrosa pero cada vez más clara.
Le parecía recordar un calor en el pecho que nunca antes había sentido y además sentía unas ganas irrefrenables de salir a buscar a aquella mujer, que no dejaba de visitarle en sus sueños.
En la acera de enfrente, caminando junto a los setos de un jardín, la vio una tarde. Increíblemente era la misma de los sueños recurrentes y una taquicardia le hizo seguirla.
Después de un tiempo de aprenderse los ires y venires de ella, y de abordarla, quedaron una noche para cenar y salir a bailar.
La primera vez que la tuvo en sus brazos el nuevo corazón se le desbocó al notar ese calor, mil veces conocido, al sentir los brazos de ella rodear su cuello. Y cuando la besó por primera vez, recordó haberla besado miles de veces antes de conocerla.
No se extraño al oírle contar que su marido, murió en un accidente de tráfico el mismo día que a él le trasplantaron el corazón.
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