En una nube están revueltos tus sueños con los míos, retorciéndose en un aire que no les deja tocarse.
Vuelan sobre los campos, recordando la noche que nunca existió, esperando la ocasión condenada a no existir.
Y transitamos con rumbos paralelos por las aceras. Dejamos señales en cada recodo de un camino, conocido por las mil veces andado.
Yo sé que tú estuviste allí, cuando me empapa el agua que derramaste en otra parte y me invade un calor helado.
Y bajo las hojas que tú pisas, escondo la botella que lancé al aire con un mensaje escrito para no ser leído.
Tengo la impresión de que hay un escenario desconocido y lejano, en el que actuamos, en una obra de la que solo sospechamos de su existencia.
Mientras tanto, los pies en tierra firme, andan entre las piedras, terminando con el sufrir de unos zapatos rotos.
He podido escribir con tinta invisible, esto que ni es un poema, ni lo parece.
Esto solo son los gritos encriptados que nadie entiende.
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