viernes, 4 de mayo de 2012

El tintero seco

tinteroOtra vez llueve y pasan las horas pegadas a la ropa, buscando el calor que ya no da la primavera.

Tendría que escribir algo, tengo un compromiso que ante nadie adquirí y una riada de sentimientos, recuerdos e inquietudes que tienen que salir, pero no pueden o no saben y el tapón del tarro que les contiene amenaza con saltar por los aires, al no soportar la presión.

Es el cansancio, me digo, es la desidia que provoca el dolor, es la desesperanza.

No me sale nada que escribir, cuando las letras solo son negras y el fondo también.

La astenia me pregunta: ¿para qué vas a escribir? ¿puedes acaso despreocuparte de los ofendidos? ¿es que el mundo no puede pasar sin tus pamplinas?

La ansiedad me contesta que necesito esparcer lo que me cuece las tripas, pintar los recuerdos, sangrar el veneno melancólico que me recorre las venas.

Al fin la impotencia me advierte de mis limitaciones, la cobardía de las consecuencias de la sinceridad y la prudencia del más vale pájaro en mano…

Aunque la verdad es que si no escribo, será debido al desconcierto, al vacío, al haber olvidado que solo escribo porque me odio menos que cuando hablo.

 

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