Mientras nosotros nos enriquecemos, enfundados en trajes caros, viajando en nuestros brillantes automóviles, la plebe consume la moral cortada a la medida de nuestra cuenta de resultados.
Les hemos contado la historia, y se la seguiremos contando desde nuestra televisión, que ellos consumen con avidez.
Así podrán compararse, ganando, con otro de sus iguales y se verán más limpios, olvidarán sus cuitas, encauzarán sus odios hacia el chivo expiatorio. Luego le expulsarán al desierto del olvido, mientras buscan otra víctima.
Mientras nos dan su sangre de corderos, nos olvidarán.
Por eso les hemos fabricado un monstruo y para que no nos pidan agua, les dejamos pedir sangre.
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