martes, 23 de abril de 2013

La identidad de las matrioskas

untitledPara no dar muchas vueltas al asunto, empezaré por felicitar a mis paisanos en el Día de Castilla y León.

Yo sé en qué lengua aprendí a decir papá, mamá, tierra, pan. La misma lengua en la que sueño y en la que describo montañas y parameras. Sé que hay otras formas de hablar, geográficamente próximas y me gusta su música y quiero que se sigan hablando, porque para sus hablantes significan lo mismo que el castellano para mí. Pero no son mi lengua.

Yo sé que mis ojos se llenan con las llanuras, con las hileras de chopos en las orillas del río, con la luz cegadora de los rastrojos en agosto. De vez en cuando me serena el alma contemplar el silencio de un valle desde lo alto de una montaña, desde el hogar de las nieves. Pero lo mío es el cielo alto y la tierra interminable, el mar de espigas.

Esa es mi identidad más pequeña y más entrañable, mi medio ambiente.

Pero esa patria pequeña no tiene sentido sin las otras patrias concéntricas, que se contienen unas a otras, como matrioskas.

Comparto lengua y acento con otros. Sahagún, Saldaña, Villalón de Campos, Villada, Villalpando, Valderas, Medina de Rioseco. Tierra de Campos, la “Tierra mal bautizada” de Torbado.images

Siento como ellos el sobrecogimiento ante una iglesia de piedra o de ladrillo mudéjar, reinando sobre los hongos de adobe reseco, en las casas y en las tapias. Recordamos de la misma manera, desde cualquiera de las cuatro provincias, el sonido de las cencerras de un rebaño, las labores de las mujeres en las solanas, el canto que espanta al sueño en la trilla. Hombres y mujeres consumidos por el sol y el viento helado, con cárcavas escritas en las caras del color del barro. La patria va creciendo y buscando otra matrioska, más allá del mar de la laguna de La Nava o el océano de Villafáfila.

El Padre Duero no es el mar, pero es nuestra contribución al planeta océano. Ahí van a parar nuestras nieves, nuestros barros, los de todos los que hemos sido atropellados por su historia.

El río final de los vacceos, de los astures, los arévacos, de los romanos que los sometieron, visigodos con muchos reyes, árabes.

Comunidades de Villa y Tierra, concejo abierto, cuna del parlamentarismo, fueros, conquista de un nuevo mundo.

Pueblo zarandeado por la historia y los reyes que le poseyeron y se lo repartieron entre hermanos mal avenidos, esclavizado por abades, torturado por inquisidores, pero resistiendo hasta hoy.

Nación que se engrandeció, creciendo desde el Cantábrico hasta Los Andes, lengua que se esparció como el viento esparce las semillas e hizo una nación más grande aun.

Desde las Merindades de Castilla la Vieja, hasta las Arribes del Duero y desde Piedrafita a Gredos, incluso más allá, hay una forma de ser español.

1 comentario:

  1. Vaya artículo más "nacionalista", no sé si tan español se siente por qué alude tanto al nacionalismo de una comunidad autónoma, que como las demás sólo sirven para partir España.

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