En memoria de los mineros caidos.
A mi padre
Si el carbón roto en la rampa
quiere derrumbar mi alma
y el polvo negro me ahoga,
cuando crujen las trabancas.
Respiraré de tu boca,
postearé con palabras
y la fuerza de tus piernas
estas rocas que me llaman.
Luego, por la luz herido,
un día más al ver el alba,
como si hubiera perdido
una cita con La Parca,
yo te compraré un vestido,
más hermoso que las garzas,
que se miran en el rio
cuando se le escapa el agua.
También compraré, si vuelvo,
si las fuerzas no me fallan,
un balón a nuestro hijo
que ruede, por si le faltan
mis manos de carbón negro
y mi sonrisa blanqueada
y estos dos ojos que miran
sus manos de nata blanca.
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