miércoles, 26 de diciembre de 2012

La cocina

hornachaOlía a chopo ahumado y a matanza curando y no he encontrado otro ambientador que me vuelva a subir a las rodillas de mi abuelo, como aquel aroma.

Todos absorbidos por la lumbre, hasta la gata. Todos abrazando las palabras para jugar con ellas o para contar historias.

De entre las ramas y la paja en brasas, se alzaba desde las trébedes el aroma del pimentón de las sopas de ajo.

Cuando en la radio terminaba  El Parte, se compartía la cena… como las demás cosas.

Fuera, la reina era la helada.

        El puchero y la alacena,

         cerca de la hornacha el gato,

         banco de pasar el rato,

         conversación de la buena.

         Cuando el invierno envenena

         la luz de la tarde fría,

         nace un cuento, una porfía,

         unas risas de chavales

         y cuelga de los varales

         lo que fuera el gocho un día.

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