sábado, 29 de diciembre de 2012

La Alcoba

alcobaEn un cuartucho pequeño, sin luz propia, junto a la cocina, como puerta una cortina gruesa, y en una cama estrecha de hierro, con colchón de lana, arrimada a la pared, desgranaban Juan y Lucía los sueños.

El arado quieto y el barro de los tapiales fraguando, los animales al calor de la cuadra y la prole recogida en los lechos.

Todo estaba en orden y tras preguntar por el hueco de la escalera ¿estáis ya todos acostados?,  y apagar las luces, se paraba el mundo para reposar a las órdenes del reloj de la torre. 

           Descanso del jornalero.

          Templo que, acabado el día,

          guardaba a Juan y Lucía

          hasta el gallo mañanero.

          Yunta sin surco ni apero.

          Reposan las herramientas

          de condenaciones ciertas

          y del trabajo maldito.

          Y puede, que otro chiguito,

          venga llamando a las puertas.

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