martes, 10 de enero de 2012

Poldo; La Capital

LeónPoldo bajó del coche de línea como si volviera de una aventura, como si mereciese el recibimiento de sus vecinos. Pero nadie salió a recibirle, solo los cantos del suelo y la tierra algo húmeda por la lluvia.

En la capital no hay en el suelo una jodida piedra que tirar a un perro, han eliminado el barro con cemento y en vez de quemar las basuras en la hornilla, las amontonan en las calles junto a unos cubos repletos, donde comen perros y gatos sin dueño y sin nombre.

Poldo tenía ganas de conocer La Capital, estaba demasiado lejos y como no hizo la mili, nunca había salido del pueblo antes.

La Capital de la Provincia, ese sitio lejano y mágico. Ahora sabía que está llena de gente que va y que viene con prisa, sin saludarse, que te miran como a un loco si les dices buenos días.

Como Poldo era algo corto, los espabilaos le gastaban bromas por su ignorancia, pero gracias a ellos sabía que en La Capital es donde viven los jefes de los alcaldes, los de los médicos y los de los maestros y seguramente donde viven los jefes de cada uno de nosotros y los jefazos de la Guardia Civil.Inmaculada

Poldo vio las calles y las plazas como acobardado, le gustaban y le asustaban a la vez, pero no le pareció que fueran amigas suyas, como las esquinas del pueblo. Por eso sintió algo de alivio cuando volvió a coger el coche de línea de la Empresa Fernández y salió de la Capital rumbo a las mil paradas hasta el pueblo.

Cuando a Poldo le encontraron los espabilaos por la noche en la cantina, le preguntaron muy interesados: Poldo, ¿qué tal por León? Después de pensarlo un rato, Poldo contestó: Muy guapo León, pero no vi La Provincia. 

2 comentarios:

  1. Me alegra haber encontrado a este Poldo en el santoral de los paisanos.
    Un saludo

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  2. Este Poldo existió de verdad y mi padre contaba la historia preguntándose ¿qué pensaría él que es la provincia?
    Un abrazo, amigo Flecha.

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