Desde ese día aprendió que en el mundo cada cual representa su papel. Él resolvía su problema de alimentación robando algunas frutas a los vendedores ambulantes y el agresor acariciaba y alimentaba a sus hijos tras patrullar las calles.
Lo que no entendió nunca, ni cuando llegó a viejo, es por qué un pobre odia a otro cuando defiende a los ricos.
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