Ahora se duerme donde antes se cocía el pan. Los tiempos cambian y ya no se come lo que se amasa.
La levadura ya no fermenta el pan, si no es por manos mercenarias.Ya no podemos entender cual es el mecanismo que hace convertir el sudor en sustento y las cuentas se emborronan para que no sepamos cual es nuestra porción del pan nuestro de cada día.
Por eso murió La Hornera, pero nadie podrá borrar de mi pituitaria aquel olor del pan reciente saliendo del horno encalado.
Hoy aún recuerda La Hornera
el olor del pan reciente
en el horno incandescente
discípulo de la era.
Reposa de esta manera
en este lecho acostado
sabiendo que han terminado
los tiempos de amasar pan.
Ahora en vez de trigo dan
cheques que juzga el mercado.
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