miércoles, 20 de marzo de 2013

Lobos

images-Vaya día has escogido para empezar a trabajar, guaje. Además de enterrar ayer a los compañeros que reventó el grisú, ahora esta nevada.

- No le hagas caso al Zape, es un poco animal, pero no es mal paisano, dijo Sabas.

A la luz de las linternas avanzaban con dificultad en la nieve que les llegaba a las rodillas, con ciertas prisas ya para llegar a tiempo a la mina, a la sirena del turno de noche.

- ¡Callad! dijo Nino, El Zape y como un rayo se cruzó el lobo entre los robles de la ladera del monte.

Nino El Zape, le iluminó con la linterna y el lobo le devolvió la luz desde sus ojos incendiados.

-Sabas, ten cuidado o no volverás a ver a esa mujerona que tienes ahora en la cama, dijo el bestia del Zape.

Sabas vio arrugarse al guaje y quiso quitar hierro al asunto.

-Tranquilo guaje, no nos atacarán, somos tres tíos y mucha hambre tienen que tener para que se atrevan.

A duras penas fueron llegando a la campa que  estaba a la entrada del pozo, espantando a la manada de lobos que iban y venían, cada vez más cerca.

Alrededor de la boca del pozo los mineros esperaban en silencio la llegada de todos los compañeros, para juntos recordar a los muertos del grisú.

Don Anselmo, el dueño de todas las minas de la comarca, quiso presentarse aquella noche, a pesar de la nevada, a testimoniar su autoridad a aquella pandilla de brutos que el día antes refunfuñaban por lo bajo contra él.

El patrón se dirigió a las oficinas de la dirección, mientras cuatro guardias civiles  le abrían paso entre los mineros silenciosos.

Nino, El Zape, cuando don Anselmo hubo llegado a las oficinas, pasó el brazo por encima del hombro del guaje y le dijo: Mira chaval estos lobos que han pasado por aquí, si que son peligrosos.

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